Solsticio de Verano

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“Él (Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que crezca, y yo que disminuya”

(Juan 3:30 — RVL 1960)

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“Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.”

El Kybalion.-

Si existe una condición ineludible en la que se encuentra el ser humano, es aquella que se conforma a partir de su pertenencia a un complejo entramado de ciclos naturales que intenta desentrañar. Esto último, de hecho, es lo que lo distingue de todos los otros géneros y especies de seres vivos, puesto que es el único ser que a partir del ejercicio de su inteligencia y razón, intenta comprender tales fenómenos del mundo que lo circunda. Es indudable, por lo tanto, que es a partir de estas capacidades intelectuales que el hombre puede concebir lo infinito, lo trascendente, aquello que lo excede en su individualidad. Por medio de la captación y el entendimiento del mundo sensible, puede acceder a conclusiones con valor metafísico, en términos abstractos.

“Diagrama de las estaciones” — School Atlas of Astronomy, NLS Map Collections (1886)

Aquellos primeros hombres que alzaron sus vistas a los cielos fueron quienes, primero intuitivamente, mas luego racionalmente, comprendieron el fenómeno astronómico denominado solsticio, cuya etimología proviene de las expresiones “sol detenido” o “sol estático”. En efecto, nuestros antepasados notaron que en cierto momento del año, aparentemente, el Sol “detenía” su marcha en puntos particulares, para luego seguir con su movimiento, proceso este que se repetía armónica y cíclicamente con el paso del tiempo.

(…) aunque el verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes tienen sin embargo, en realidad, un carácter opuesto al indicado.

Este no solo fue el primer proceso sistemático y ordenado de estudio de la naturaleza del que se tiene registro, a partir del abordaje de una posible explicación de las leyes del Universo, sino que también constituyó una forma de organización de la vida de los grupos humanos y de sus actividades. El Sol, cuya fuerza y energía vivificante manifestaba todo su esplendor en el verano, fue aprehendido por las comunidades humanas en términos míticos y arquetípicos, terminando por atribuirle un carácter divino que tenía directa incidencia en el desarrollo de estas. Así, el verano terminó por constituirse en la estación prolífica y fecunda, signada por la abundancia y el florecimiento, en tanto que el invierno fue comprendido como la época negativa, de recogimiento y dificultades que mermaban la abundancia anterior. Estas primeras formas de culto a la naturaleza, prácticamente terminaron por fundirse en una comunión indisoluble con los hechos externos que eran tomados como base de su manifestación, encontrando los hombres una participación intrínseca en la obra de la divinidad.

“Summer” — [Imagen coloreada] John Fairburn (1796), incluída en la obra “Masque of Days” de Walter Crane (1901). Texto: Fragmento del poema “The Sheep-Washing” — James Thomson (1700–1748).

Sin embargo, aunque el verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triunfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes tienen sin embargo, en realidad, un carácter opuesto al indicado. Puede parecer que hay en ello una paradoja extraña, mas es muy sencillo comprenderlo en clave del conocimiento sobre los datos tradicionales acerca del curso del ciclo anual. En efecto, lo que ha alcanzado su máximo no puede ya sino decrecer, y lo que ha llegado a su mínimo no puede, al contrario, sino comenzar a crecer a continuación. Por eso el solsticio de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio de invierno, inversamente, el de su mitad ascendente; y esto explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, estas palabras de San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival: “Él (Cristo, nacido en el solsticio de invierno) conviene que crezca, y yo que disminuya”.

En la tradición hindú, la fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna, y la fase descendente con el pitr-yâna. Por consiguiente, en el Zodíaco, el signo de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano (en el hemisferio norte), es la “puerta de los hombres”, que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio, correspondiente al solsticio de invierno (en el hemisferio norte), es la “puerta de los dioses”, que da acceso al deva-yâna. En realidad, el período “alegre”, es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del ciclo anual, y su período “triste”, es decir, maléfico o desfavorable, es su mitad descendente; y el mismo carácter pertenece, naturalmente, a la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar.

Círculo con un punto en el centro, comprendido entre dos líneas tangentes.

Sabido es, por lo demás, que en el Cristianismo las fiestas de los dos San Juan — Baustista y Evangelista — están en relación directa con los dos solsticios. En relación con estos y su simbolismo solsticial, es interesante también considerar un símbolo de la Masonería, que consiste en un círculo con un punto en el centro, comprendido entre dos líneas tangentes paralelas, las cuales se dice que representan a los dos San Juan. El círculo es aquí la figura del ciclo anual, y su significación solar se hace, por otra parte, más manifiesta por la presencia del punto en el centro, pues la misma figura es a la vez el signo astrológico del sol; y las dos rectas paralelas son las tangentes a ese círculo en los dos puntos solsticiales, señalando así su carácter de “puntos límite” (non plus ultra), ya que estos puntos son, en efecto, como los límites que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso de su marcha; y porque esas líneas corresponden así a los dos solsticios puede decirse también que representan por eso mismo a los dos San Juan.

La Masonería toda celebra hoy, tal como en sus inicios, el solsticio de verano (en nuestro hemisferio), y con ello reafirma que por siempre en sus Logias convivirán todos los hombres libres, quienes habiendo vislumbrado que en las causas de los fenómenos naturales se encuentran inscriptas las más elementales verdades de nuestra existencia humana, trabajan día a día por comprenderlas. Solo así, la Orden se conforma como aquel Centro de Unión, sin el cual los hombres hubiesen permanecido perpetuamente distanciados.

Respetable Logia Libertad Creadora Nº 57 — La Plata.

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Respetable Logia Libertad Creadora N° 57
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El 22/04/2022, durante la Ceremonia de refundación de la Masonería Italiana en Argentina, la Logia Libertad Creadora N° 57 de La Plata -levantó Columnas -.

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