La Leyenda del arte de los Cuatro Coronados — Ars Quatuor Coronati -

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Junto con la celebración de los Solsticios, la fiesta de “Los Cuatro Coronados” es una de las conmemoraciones más antiguas para la Masonería, se basa en la leyenda de cuatro artesanos que fueron azotados hasta la muerte por la firmeza en sus convicciones y su fé.

Los Cuatro Santos Coronados, como también se los conoce, eran hábiles constructores que vivieron en los tiempos del emperador Diocleciano, sus nombres eran: Claudius, Castorius, Simphorianus y Nicostratus (aunque en otras adaptaciones de la leyenda, también son nombrados: Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino), adeptos de una profunda fé Cristiana, murieron azotados con plomadas por negarse a esculpir una imagen de Esculapio — El dios pagano de la salud — .

Su devoción, extendida por toda Europa, y su oficio, hizo que fueran adoptados como santos patronos de las asociaciones de constructores (…)

Virgen con niño rodeada de los santos coronados. En lo alto, Cristo entre María y San Juan — Placa pintada por el Maestro della Pala dei Muratori (1476). Pinacoteca Nacional de Bolonia

Su festividad fue fijada en el siglo IV por el Papa Melquíades en el octavo día tras la fiesta de Todos los Santos, o sea el 8 de noviembre, siendo utilizadas para su celebración herramientas propias de su oficio, es decir, escuadra, compás, plomada, cincel, etc. Pues eran trabajadores de las canteras que el emperador Diocleciano poseía en Panonia, en la región del Danubio medio. Su devoción, extendida por toda Europa, y su oficio, hizo que fueran adoptados como santos patronos de las asociaciones de constructores, de tal modo que es posible rastrear la importancia de su festividad y de su culto, entre los gremios de Masones a través de sus antiguos textos y estatutos.

En los Estatutos de la Asociación de Talladores de Piedras de Ratisbona, de 1459, se dice:

«En el nombre de Dios, Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y Santa María, madre de Dios, de sus bienaventurados santos servidores, los cuatro santos coronados de eterna memoria, consideramos que para conservar la amistad unión y obediencia, fundamento de todo bien, de toda utilidad y provecho para todos, príncipes, condes, señores, localidades y conventos, en el presente y en el futuro, Iglesias, edificios de piedra o construcciones, debemos constituir una comunidad fraternal».

Fragmento del: “Breviarum ad usum fratrum Ordinis Praedicatorium in Hispania; cum calendario praemisso”. Obsequiado por Francisco de Poias, embajador de España en la corte del Emperador, a Isabel de Castilla, Reina de España y Sicilia, con motivo del matrimonio del Infante Don Juan con la Archiduquesa Margarita, hija del Emperador Maximiliano , en abril de 1497. — Archivado en el Museo Británico. MSS Adicional, №18,851.

Pero donde aparecen nombrados con mayor extensión y prolijidad es en el manuscrito Regius, fechado en 1390 dice así:

«Oremos a Dios omnipotente y su madre María, a fin de que podamos seguir estos artículos y los puntos, todos juntos, como hicieron los cuatro santos mártires, que en este oficio tuvieron gran estima. Fueron ellos tan buenos masones como pueda hallarse sobre la tierra, escultores e imagineros también eran, por ser de los obreros los mejores, y en gran estima el emperador los tenía; deseó éste que hicieran una estatua que en su honor se venerara; tales monumentos en su tiempo poseía para desviar al pueblo de la santa ley. Pero ellos firmes permanecieron en la ley de Cristo, y sin compromisos en su oficio; amaban bien a Dios y a su enseñanza, y se habían volcado a su servicio para siempre. En aquel tiempo fueron hombres de verdad, y rectamente vivieron en la ley de Dios; ídolos se negaron a erigir, y por muchos beneficios que pudieran reunir; no tomaron a este ídolo por su Dios y rechazaron su construcción, pese a su cólera; por no renegar de su verdadera fe y creer en su falsa ley, sin demora el emperador los hizo detener, y en una profunda cárcel los encerró; cuanto más cruelmente los castigaba, más en la gracia de Dios se regocijaban. Viendo entonces que nada podía les dejo ir a la muerte; quien lo desee, en el libro puede leer de la leyenda de los santos, los nombres de los Cuatro Coronados. Su fiesta es bien conocida por todos, el octavo día tras Todos los Santos.»

Los cuatro Santos Coronados — Nanno di Banco. Iglesia de Orsanmichele, sS. XIV, Florencia.

En el momento de su muerte, estos constructores vivían en una sociedad pagana donde el cristianismo estaba proscrito y, como tal, eran vistos como herejes u ocultistas. Solo después de que Roma cambió al cristianismo se recordaron sus muertes y se convirtieron en mártires.

Leyenda

Traducción de fragmentos seleccionados del documento “MS Arundel” — Manuscrito Arundel — .

Los Quatuor Coronati eran originalmente cuatro artesanos llamados Claudius, Castorius, Simphorianus y Nicostratus. , “mirificos in arte quadrataria”, que traducido como “arte de tallar”, significa literalmente “el arte de escuadrar la piedra”.

El emperador Diocleciano visitó la ciudad de Panonia y ordenó que se hiciera una imagen de Esculapio, después de deliberar y dialogar con los “quinque Philosophi” — Los Cinco Filósofos — Simphorianus, quien parece ser el líder y portavoz, se niega a producir la imagen. Son entonces llevados ante el Lampadius Tribunus, quien después de la exposición de Diocleciano, ordena que sean desnudados y golpeados con “escorpiones”, — scorpionibus mactari — , y luego, por orden del emperador; fueron colocados en “loculi plumbei”, — ataúdes de plomo — , y arrojados al Tíber.

Se dice que un tal Nicodemo levantó los ataúdes y, conociendo su historia, les otorgó cristiano descanso.

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