Homenaje al primer científico
Mucho se ha dicho sobre la trascendencia y el valor de los solsticios — de invierno y de verano — en las diversas culturas y sociedades de todos los tiempos. También, por supuesto, se identifica un valor simbólico e iniciático innegable en el fenómeno solsticial para la Masonería, siendo por ello fechas de reflexión y conmemoración en el seno de la Orden.
Habitualmente se hace referencia al significado etimológico de la expresión solsticio — “sol quieto” — para hacer derivar de ello la consecuencia natural que percibimos durante el Solsticio de Invierno: la noche más larga, o en instancias del Solsticio de Verano: el día mas largo.
En efecto, el tránsito del — astro rey — , describe la extensión del día del año con menor tiempo de luz solar como coronación de los días anteriores que, progresivamente, presentan menos luz uno a otro. Sin embargo, es a partir de ese momento, que en adelante cada día nos mostrará mayor tiempo de luz solar, cuyo — in crescendo — , alcanzará su ápice en el día mas largo, exponiendo un ciclo anual reiterado que ha sido objeto de contemplación y veneración a lo largo de la historia humana.
Ese ancestro nuestro, de hace por lo menos 400 generaciones atrás, observó que Febo, en su aparición sobre el horizonte (…)
Hace 9.000, 18.000, tal vez 27.000 o 36.000 años atrás, ¿quién sabe con certeza?, un integrante de un clan neolítico observó desde un lugar elevado por sobre una llanura extensa, y tomando un punto de referencia fijo, la salida del sol sobre el horizonte. Registró entonces con un punzón de piedra dura sobre una roca más blanda el desplazamiento del sol con relación al punto de referencia, y extendió esa actividad, metódicamente, día tras día, por lo menos durante dos años.
Ese ancestro nuestro, de hace por lo menos 400 generaciones atrás, observó que Febo, en su aparición sobre el horizonte, que hasta ese momento venia alejándose día por día hacia la izquierda de su punto de referencia, iniciaba un proceso inverso (hacia la derecha de ese punto) que duraba, aproximadamente, seis meses. Notó que esos puntos de inflexión en la traslación del sol sobre el horizonte coincidían con la noche más larga, y como contraposición, con la noche más corta, seis meses después.
Este evento, se ha constituido en uno de los símbolos más importantes de la Masonería: La celebración Solsticicial. Conforma sin lugar a dudas, el primer proceso sistemático y ordenado de estudio de la naturaleza; realizado por un individuo, pero apoyado por la productividad remanente de su grupo social, generando un registro de su observación que dejaba una constancia gráfica facilitadora de la transmisión a la siguiente generación.
Cabe preguntarnos, entonces, si estando en la actualidad en condiciones objetivas y subjetivas infinitamente mejores que nuestro ancestros, ¿Somos capaces de comprometernos metódica y ordenadamente con una tarea de largo plazo, sin esperar la gloria superficial que otorga la sociedad, y en aras de un incierto mejoramiento del conjunto social?
Y mejor aún. ¿Somos capaces de apoyar, abandonando nuestro egoísmo natural, a quien intenta mejorar las bases del conocimiento humano?
En pocas palabras, ¿Se halla nuestra sociedad a la altura moral e intelectual de ese clan de nuestros ancestros neolíticos?
Los Hermanos de la Masonería Universal, y particularmente de esta Respetable Logia Libertad Creadora N° 57 — de la Serenisima Gran Loggia d’Italia, alzan hoy sus copas en conmemoración y justo homenaje a aquel anónimo hombre, gestor del primer trabajo científico del cual existen registros arqueológicos.
