El legado de las Antiguas Escuelas de Misterios
La Iniciación Masónica
Desde el principio de los tiempos el hombre se ha formulado las mismas preguntas sobre su constitución, su mente, su cuerpo: ¿de dónde vengo?, ¿qué soy?, ¿hacia dónde voy. Muy pocos han encontrado las respuestas, elegidos de entre los elegidos, fundadores de religiones e iniciados de todas las tradiciones, es decir, iniciados en la ciencia universal. De todos los lugares del planeta nacen para dar voz a los pensamientos, sentimientos e inquietudes de los seres humanos, dan respuesta a las preguntas más profundas, desde Krishna, Orfeo, Hermes, Buda, Moisés, Jesús, pasando por aquellos buscadores de la verdad, amantes de la sabiduría, grandes filósofos entre los que destacan Pitágoras, Sócrates, Platón, Amonio Saccas, Plotino, Jámblico, Plutarco.
Egipto era el principal centro de desarrollo cultural de aquella época. Entre algunas de las escuelas de misterios o Casas de la Vida (Per-Ankh) — como ellos las llamaban y que allí se desarrollaron — encontramos las escuelas de Heliópolis, de Hermópolis, de Tebas, de Menfis, de Sais, de Abydos o de Filae. Estos centros estaban en todos los templos, eran las escuelas iniciáticas que preparaban a los sacerdotes egipcios en un conocimiento milenario, donde existían diferentes niveles de preparación dependiendo de la enseñanza sacerdotal a la cual eran destinados los neófitos, y donde progresivamente podían acceder a un conocimiento y metafísica cada vez más elevados. Portaban ellos las claves para la edificación de sus magníficas construcciones, eran poseedores de un compendio de saber en sus ramas principales -religión, política, arte y ciencia-, un amplio conocimiento sobre la vida y la muerte, los estados del hombre, su constitución, y enseñaban acerca de la inmortalidad del alma humana y su paso por el más allá.
En las escuelas se enseñaba lo que conocemos como los misterios, ceremonias que generalmente se mantenían ocultas a los no iniciados, y durante las cuales se enseñaba — por medio de representaciones dramáticas — el origen de las cosas, la naturaleza del espíritu humano, las relaciones de éste con el cuerpo y el método de su purificación y reposición a una vida superior. La ciencia física, la medicina, la música, se enseñaban todas ellas con el mismo empeño.
Los primeros sabios y filósofos griegos que pudieron estudiar en las escuelas mistéricas egipcias eran aceptados por los hierofantes, los grandes iniciados egipcios y herederos de la sabiduría de Isis y Thot, que tras hacer superar a los filósofos que viajaban hasta sus tierras duras pruebas de conocimiento y convicción sobre sus ansias de saber, los admitían iniciándolos en sus conocimientos. Ellos se convirtieron en maestros de maestros al regreso a sus países, y crearon las “escuelas de filosofía”, adaptaciones griegas de las escuelas egipcias. Aplicando los conocimientos egipcios en Grecia y Roma, lograron convertirlos en lugares propicios para la investigación de esa sabiduría verdadera que unifica todas las ciencias y religiones.
Así, encontramos entre estos primeros pensadores que viajaron a Egipto a filósofos como Tales, Anaximandro, Solón, Pitágoras, Parménides, Anaxágoras, Demócrito, Zenón o Platón. Todos ellos estudiaron durante largos años en Egipto antes de desarrollar sus ideas y Escuelas de Filosofía. Estos pensadores arribaron en sus estudios esotéricos al entendimiento de vastísimas similitudes entre el conocimiento de los pueblos, distintos dioses para las mismas esencias, diferentes cultos para un mismo fin.
Cuando hablamos de Masonería hablamos de misterios, nos referimos a esos misterios que no pueden ser explicados mediante palabras, de naturaleza intransferible y carácter esotérico. El esoterismo queda definido entonces, desde esta perspectiva, como el conocimiento “hacia adentro”, fundamentalmente introspectivo, contrapuesto con el componente exotérico del conocimiento, es decir, el conocimiento “hacia afuera”.
Siendo la Masonería una Institución de carácter eminentemente iniciático, la Iniciación adquiere — desde ya — un valor central. Todo candidato que aspire a pertenecer a la Orden e ingresar al conocimiento de sus misterios, deberá atravesar por un personalísimo proceso de Iniciación, que es punto de partida indispensable para lograr una transformación interior, a partir de la cual podrá recorrer el sendero del conocimiento, la verdad y la virtud, propuesto por la Institución. En definitiva, es esta instancia el comienzo de un camino hacia la perfección, siendo el simbolismo su método característico y el ritual su vía de transmisión.
Esta transformación permite al candidato elevarse en sus grados de conciencia, dando acceso a un grado superior de realidad, superando las contingencias inherentes a los estados particulares del ser, y permitiendo a partir del mismo otorgarle a dicha realidad un valor profundo y permanente, desde el punto de vista universal. Es un punto de inflexión, donde tiempo y espacio quedan “suspendidos”, dando lugar a la muerte iniciática, lo cual supone el fin de un estado precedente, seguida de un cambio de estado donde el candidato pasa de la oscuridad a la luz.
Dicha simbología expresa una apertura a la posibilidad de conocimiento verdadero y una disposición interior para transitar un sendero de sacralidad y trascendencia, que se eleva por sobre lo contingente, en un camino sinuoso e ilimitado, aunque con conciencia plena del objetivo, que es la, que es la permanente búsqueda de la realización del hombre, y de la sociedad toda.
Respetable Logia Libertad Creadora N° 57 — La Plata.