23 de febrero de 1820 — Firma del “Tratado de Pilar”
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El 23 de febrero de 1820 marcó un día crucial para el futuro de la República Argentina, al firmarse el Tratado de Pilar en los albores de la organización nacional, suscribiéndose al mismo las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.
Luego de lo que hoy se conoce como “Anarquía del año 20” — período en el cual comenzaron a escalar luchas intestinas al entrar en conflicto los intereses de las distintas provincias y sectores agrupados entre unitarios y federales — , la organización nacional y el proyecto de un país estable a futuro parecían desvanecerse.
La provincia de Buenos Aires se posicionó, luego de la independencia, como eje de las discusiones principales al ser la autoridad alrededor de la que gravitaban dos visiones contrapuestas como el centralismo y el federalismo, y ser el núcleo estratégico en el cual se apoyaba la incipiente economía nacional. Con las tensiones expuestas se desencadenó la reconocida Batalla de Cepeda, el 1 de febrero de 1820, donde el ejército federal logró imponerse sobre el de las Provincias Unidas, comandado por Buenos Aires. Luego de esta batalla la disgregación parecía inevitable, -las provincias lograron una autonomía mucho mayor-, y la anarquía se sugería como único resultado posible.
Este era un panorama desalentador ante el cual los progresos para afianzar la unidad nacional quedaron postergados. Aun así, y con un poder débil luego de la derrota, el nuevo gobierno de Buenos Aires encabezado por Manuel de Sarratea propuso la firma del Tratado de Pilar. Este documento fue el primer acercamiento de posiciones entre los bandos recientemente enfrentados, bajo el cual Buenos Aires reconocía el derecho de autogobierno de las Provincias federales — cediendo parte de su preeminencia — , y la nulidad del congreso nacional. Sin embargo, la firma del Tratado no bastó para que las relaciones armoniosas se consoliden de forma veloz, en mayor medida por la inestabilidad al interior de la propia Buenos Aires. Posteriormente, Sarratea caería en desgracia y sería sucedido por Martín Rodríguez.
Aun así, el Tratado de Pilar pudo poner sobre la mesa negociaciones anteriormente impensadas, entre figuras con gran poder como los caudillos López y Ramírez, de Santa Fe y Entre Ríos, respectivamente.
Además del autogobierno, el Tratado dispuso el sistema federal como base, un alto al fuego entre las partes, una alianza entre las provincias litoraleñas y Buenos Aires en caso de una invasión extranjera desde Brasil, la navegabilidad de los ríos Uruguay y Paraná entre los firmantes y una amnistía general.
Si bien el Tratado en sí fue superado luego por nuevos documentos y distintas circunstancias, es uno de los primeros ejemplos de un intento de pacificación interna nacional y el establecimiento de relaciones fraternales entre los pueblos de las Provincias argentinas. Es por ello su relevancia, siendo reconocido como uno de los pactos preexistentes en los que reposa y respeta la Constitución Nacional argentina.